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Nuevamente aquí, desde la pared que se comunica como en una red de internet, el viejo ladrillo les va a contar otra historia de las acontecidas en este hogar de ensueños y fascinaciones. Los artefactos, los revoques, los envoltorios, las camisetas mal lavadas, los mensajes telefónicos, el computador de Vik, la añeja bodega, el rechinar de los resortes de la cama, las tapitas de gaseosas y las pilas usadas que confluyen en el más recóndito lugar del hogar, las marionetas del Topolín, la cámara fotográfica... todos, absolutamente todos en este hogar nos enteramos de lo que ocurre dentro de él.

Una buena fuente es el televisor que, en varias oportunidades, Vik deja encendido por olvido. Aunque no siempre sucede así, muchas veces el control remoto, que ya es un miembro más de la casa, obedece a su propio antojo o las órdenes de las botellas adolescentes de la afamada empresa de gaseosas de forma esbelta. En esta casa sobran las imágenes. Cuando el aparato de TV descansa, la atención se centra en la misma convivencia que tenemos los integrantes de este hogar. Sin ir más lejos, recuerdo el día en que el trapo de rejilla se dio una ducha con la gotera del calefón que el dueño del hogar - si es que existe tal relación de poder en este sueño decimonónico donde la libertad rige para todos por igual y en fraternidad - no quiere arreglar.

Volviendo al charco, la cocina estuvo como en un paseo por los lagos de Palermo, una especie en extensión de lagos artificiales que crían renacuajos, saltimbanquis y basura en sus orillas. El inocente trapito se agarró flor de resfrió y el calentador de agua recibió nuevamente a la famosa goma de mascar que todo lo soluciona. Vik sacó de su gran bocota un pedazo de chicle y lo administró sobre la dañada cañería.

Qué sucedió con mis compañeros de gremio? Una vez, el ladrillo de la habitación de huéspedes tomo una botella dejada por descuido por Walrus. ˇPobre compañero!, al poco tiempo de tomar contacto la botella, su contenido lo sumió en un efecto extraño. El muchacho cobró más energía de la que el barroso prisma podía absorber y, como no podía salir volando por el sostén de cemento, se resquebrajó y comenzó a expeler una resina sospechosa. Desde entonces llora como una vela de rosadas formas que yacen eternamente sobre el borravino tapizado del sillón pegado a la pared. ˇOh si la eternidad de los actos que pagan el precio de los desconocido!

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Las Aventuras del Sr. Ladrillo es una creación de mi colega Sebastián Szkolnik, y el dibujo es obra de Aníbal Villarreal.