Como bien indica el felpudo de la entrada Home sweet home, y es el deseo de todos los que habitamos este humilde hogar. La alcantarilla del baño, la cañería de bronce, el cielo raso, la humedad de los vecinos que se hace presente en la sala de estar, la computadora - fiel amiga de todos, y, casualmente, la última en llegar -, las fotos de la familia, amigos, libros escondidos y libros exhibidos, cepillos para lavar la ropa, mampostería, repostería, relojería, salón de los pasos perdidos, mujeres desnudas que esperan ansiosas y finalmente, aunque seguramente con olvido de muchos otros elementos, el televisor con el cable pecaminoso que puede causarnos a todos problemas debido a la situación irregular que mantiene con la empresa que lo suministra.

Volviendo a mi envergadura, soy de la época de los ladrillos gordos, de pesada carga y grueso calibre. La era de la construcción confortablemente cálida y acogedora. Aquella que permite que ustedes, queridos amigos, puedan sentirse a gusto. Bienvenidos al interior de la pared, al lado oscuro de la razón. Puedo contarles todo lo que he escuchado en estos años. Bueno, quizá no todo pero si lo mejor, lo más picante y ultrajante, las experiencias más lisérgicas que he atravesado, las entregas a la pasión y la lujuria, ¡oh si, la lujuria, reina de todos los tiempos, vitalidad eterna! Tengo muchas historias, muchas experiencias en las que he podido quebrar, pero de las que, gracias al azar y a la acción divina, result ileso. Por cierto, soy un ladrillo afortunado.

Las Aventuras del Sr. Ladrillo es una creación de mi colega Sebastián Szkolnik, y el dibujo es obra de Aníbal Villarreal.